¿Y qué efecto fotográfico podemos conseguir con el segundo de los parámetros, la apertura de diafragma?
Pues jugar con el diafragma del objetivo nos permite obtener uno de los efectos más apreciados por los fotógrafos: el enfoque selectivo o profundidad de campo.
Cuando abrimos mucho el diafragma, creamos un curioso efecto llamado enfoque selectivo que nos permite dejar perfectamente enfocado el punto sobre el que hemos hecho foco y desenfocados el resto de planos, anterior y posterior, dando al espectador un indicador claro de lo que debe destacar en la fotografía.
Aunque esto puede parecer extraño, pensemos que es como funciona nuestro ojo: si en un espacio grande ponemos un dedo delante de la cara y vemos hacia él (enfocándolo), automáticamente el fondo de la habitación pasa a estar desenfocado, y viceversa.
Este interesante efecto no depende sólo de la apertura, sino también de la focal empleada y de la distancia de enfoque. Cuanto más grande sea la focal, cuanto más teleobjetivo sea nuestro objetivo, más sencillo es conseguir este efecto. Un 200 mm. nos permitirá desenfocar fondos con mucha más facilidad que un 50 mm. y no digamos un 24 mm., con el que sudaremos para conseguirlo. Por otro lado, la distancia del objeto enfocado también afecta. Cuanto más cerca esté el objeto foco, menos distancia entre planos necesitaremos. Para entender esto: si tenemos dos objetos separados un metro, objeto A y objeto B, estando el B detrás del A, si enfocamos al A a 5 metros de distancia, posiblemente nos resulte difícil conseguir desenfocar el B. Sin embargo, si estamos a 20 cm. del objeto A, el B nos saldrá desenfocado casi seguro.
Jugando con este efecto se consiguen esos fabulosos primeros planos y fotos de macro, donde lo realmente importante es lo único que se ve nítido. Nuestro ojo siempre busca la nitidez, por lo que directamente centrará su atención en lo único que distingue claramente.
En el otro extremo, según cerramos diafragma, vamos ampliando esa zona nítida, lo que llamamos profundidad de campo. Este efecto contrario es muy apreciado por ejemplo en paisajes. Para ello, se usan focales cortas y un enfoque a infinito, normalmente.
Si decidimos hacer una fotografía con alguno de estos efectos, no tenemos más que colocar el diafragma que deseemos y ajustar la exposición por el otro valor, la velocidad de obturación.
22 febrero 2013
15 febrero 2013
15 febrero 2013
Efectos fotográficos (I)
Ya sabemos como manejar una cámara en manual. Ahora, la pregunta es, ¿porqué dos controles para ajustar la luz? ¿no llegaba con uno? Pues precisamente esta diversidad de opciones nos permitirán conseguir distintos efectos fotográficos.
Empezando por el primero de los controles vistos, la velocidad de obturación, vamos a pararnos en el efecto fotográfico que nos permite conseguir: la sensación de estaticidad o movimiento.
Cuando sacamos una foto utilizando una velocidad de obturación lenta, al tener más tiempo abierto el obturador, podemos captar al mismo sujeto en distintas posiciones. Por ejemplo: imaginemos que queremos fotografiar un coche que pasa por una autopista. El coche se mueve muy rápido. Si tenemos el obturador abierto mucho tiempo, por ejemplo, medio segundo (2 nos marcaría la velocidad de obturación de la cámara, recordemos que va por fracciones), seguro que en ese tiempo, por poco que nos parezca, el coche se ha desplazado aunque sean centímetros. La cámara lo capta en todas las posiciones durante ese tiempo y obtenemos una foto en la que el coche aparece movido, con estela. Esto es lo que entendemos por una foto con sensación de movimiento.
Es uno de los efectos que menos aprecia la gente, porque rápidamente tachan la foto de "foto movida". Nada más lejos de la realidad. En una foto movida, TODO está movido: el coche, la carretera, el cielo, la farola… sin embargo, en una foto lenta, con sensación de movimiento, todo lo que está estático, pues está estático, y sólo aparece movido lo que de verdad se mueve. Esto crea una sensación de dinamismo difícil de conseguir de otra manera.
Claro está que la velocidad de obturación que necesitamos poner para captar el movimiento de un objeto depende de la velocidad a la que se mueva. Por ejemplo, para captar un coche circulando igual necesitamos esa velocidad de 1/ 2 segundo, mientras que para captar un Fórmula 1 nos llegaría 1/60, por ejemplo.
Tened presente que a velocidades tan bajas, es más que posible que la foto salga de verdad movida, por lo que para esto es casi imprescindible el uso del trípode.
Este efecto se usa mucho con fotos de agua, para crear la sensación de velo, donde el agua aparece como de seda.
En el lado opuesto, una foto con una velocidad de obturación alta, por ejemplo 1/1000 segundo, nos permite congelar un instante concreto. Así se obtienen muchas de las fotos curiosas de momentos concretos. También, en el caso del agua, nos permite congelar instantes y ver las gotas de agua como algo sólido.
Una vez decidido el efecto que queremos conseguir, ajustamos la velocidad de obturación para ese fin (lenta para sensación de movimiento y rápida para congelar). Por tanto, para ajustar la exposición óptima, ¿qué nos queda? efectivamente, el segundo parámetro, la apertura del diafragma. Con este segundo ajustaremos el fotómetro al 0 y ya tenemos nuestra foto!
08 febrero 2013
08 febrero 2013
Manejo Manual (y III)
Ahora que ya sabemos como regular el paso de luz mediante la velocidad de obturación y, de este modo, poder ajustar el fotómetro para obtener la exposición adecuada, vamos a ver el segundo parámetro que nos permite obtener tal exposición.
Habíamos hablado ya sobre el diafragma y su utilidad. Pues bien, mediante la apertura o cierre del diafragma del objetivo, regulamos igualmente la cantidad de luz que llega al sensor y, por tanto, podemos usarlo como medida de ajuste de la exposición.
Si nuestra cámara nos indica que tenemos un diafragma de F8.0 y el fotómetro está en +1, sobreexponiendo la fotografía, podemos cambiar el valor de diafragma para corregirlo. Por cada paso de luz que queramos añadir o quitar, el valor del número F debe duplicarse o dividirse entre 2. Siguiente el ejemplo mencionado, si pasamos a un F16.0, entonces nuestro fotómetro marcará 0, la exposición correcta. Si pasásemos a F4.0, el fotómetro del ejemplo marcaría +2.
Quizá lo más lioso es pensar que cuanto MAYOR es el número F, MENOR es la cantidad de luz que entra en el sensor. Al igual que los valores de obturación, los diafragmas (o valor de apertura) también pueden ir en fracciones.
Cada paso completo (que no fracción) aumenta al anterior en un valor de raíz cuadrada de 2, por lo que obtenemos la siguiente escala:
Por tanto, uniendo esto a la velocidad de obturación, podemos regular nuestra exposición de manera correcta por cualquiera de los dos valores.
Existe una regla llamada reciprocidad que indica que la cantidad de luz que quitamos por la velocidad de obturación es la misma que quitamos por el diafragma (en cada paso, por supuesto) y viceversa.
Vamos a ver lo con un ejemplo: Imaginemos que tenemos los valores F8.0 y una velocidad de 1/30''. El fotómetro nos indica que nos falta luz, está en -1. Necesitamos añadir luz. ¿Cómo lo hacemos? Pues hay dos maneras:
Podemos bajar la velocidad de obturación a 1/15'' y tendríamos el fotómetro en 0
Podemos abrir el diafragma a F4.0 y tendríamos el fotómetro en 0
Cualquiera de las dos opciones nos valdría. Ojo, no las dos a la vez, sino pasaríamos el valor del fotómetro a +1 (1 paso por cada opción). ¿Y cual es la mejor opción? Pues depende del efecto fotográfico que queramos obtener (lo veremos más adelante), pero a modo de respuesta rápida, lo ideal sería usar la segunda opción (siempre que el objetivo nos permita llegar a F4.0) ya que una velocidad de 1/15'' casi nos garantizará una foto movida (a menos que usemos un trípode).
Habíamos hablado ya sobre el diafragma y su utilidad. Pues bien, mediante la apertura o cierre del diafragma del objetivo, regulamos igualmente la cantidad de luz que llega al sensor y, por tanto, podemos usarlo como medida de ajuste de la exposición.
Si nuestra cámara nos indica que tenemos un diafragma de F8.0 y el fotómetro está en +1, sobreexponiendo la fotografía, podemos cambiar el valor de diafragma para corregirlo. Por cada paso de luz que queramos añadir o quitar, el valor del número F debe duplicarse o dividirse entre 2. Siguiente el ejemplo mencionado, si pasamos a un F16.0, entonces nuestro fotómetro marcará 0, la exposición correcta. Si pasásemos a F4.0, el fotómetro del ejemplo marcaría +2.
Quizá lo más lioso es pensar que cuanto MAYOR es el número F, MENOR es la cantidad de luz que entra en el sensor. Al igual que los valores de obturación, los diafragmas (o valor de apertura) también pueden ir en fracciones.
Cada paso completo (que no fracción) aumenta al anterior en un valor de raíz cuadrada de 2, por lo que obtenemos la siguiente escala:
1 (r2^0) -> 1.4 (r2^1) -> 2 (r2^2) -> 2.8 (r2^3) -> 4 (r2^4) -> …
Por tanto, uniendo esto a la velocidad de obturación, podemos regular nuestra exposición de manera correcta por cualquiera de los dos valores.
Existe una regla llamada reciprocidad que indica que la cantidad de luz que quitamos por la velocidad de obturación es la misma que quitamos por el diafragma (en cada paso, por supuesto) y viceversa.
Vamos a ver lo con un ejemplo: Imaginemos que tenemos los valores F8.0 y una velocidad de 1/30''. El fotómetro nos indica que nos falta luz, está en -1. Necesitamos añadir luz. ¿Cómo lo hacemos? Pues hay dos maneras:
Podemos bajar la velocidad de obturación a 1/15'' y tendríamos el fotómetro en 0
Podemos abrir el diafragma a F4.0 y tendríamos el fotómetro en 0
Cualquiera de las dos opciones nos valdría. Ojo, no las dos a la vez, sino pasaríamos el valor del fotómetro a +1 (1 paso por cada opción). ¿Y cual es la mejor opción? Pues depende del efecto fotográfico que queramos obtener (lo veremos más adelante), pero a modo de respuesta rápida, lo ideal sería usar la segunda opción (siempre que el objetivo nos permita llegar a F4.0) ya que una velocidad de 1/15'' casi nos garantizará una foto movida (a menos que usemos un trípode).
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